La situación de Jana y Manuel en La Promesa llega a un punto realmente insostenible. Para gran sorpresa de la pareja, no es Cruz quien tiene la reacción más visceral contra ellos, sino Alonso, que pierde los papeles y está dispuesto a ejercer mano de hierro. Un comportamiento de lo más llamativo.
Tras su mala reacción por el embarazo y la identidad del padre, Pelayo busca un acercamiento con Catalina. Lo que no sabe es que la señorita todavía no le ha contado toda la verdad respecto al hijo que espera. Aún queda la parte que más herirá el orgullo del conde de Añil, que ese bebé es fruto de un romance con un labriego. Cuando Pelayo se entera, monta en cólera.
María Fernández, ya de por si alicaída por su deteriorada relación con Salvador, se flagela cada vez que piensa en el cuaderno por el que todo se ha dinamitado en La Promesa. La culpabilidad lleva a la doncella a tomar una decisión drástica al respecto: quemarlo.
Por su parte, Curro se arma de valor y decide dar un paso al frente para defender la relación de Manuel y Jana, así que acude a un exaltado Alonso para tratar de calmarle y hacerle ver las similitudes de la situación de su hijo con la suya en el pasado con Dolores; precisamente la madre de Jana. ¿Logrará que entre en razón? Al menos, logra removerle la conciencia.
En paralelo, el sargento Burdina vuelve a La Promesa de nuevo y siendo portador de muy malas noticias. Esta vez irrumpe en el palacio de los Luján para llevarse a alguien arrestado por el asesinato de Gregorio. Se trata de Manuel, acusado por el crimen del ex mayordomo.