Manuel estaba frente a su avión, con la mirada triste. El avión no solo era su posesión más valiosa, sino también su pasión, una parte de su vida. Ahora, se convertía en la herramienta con la que cambiaría su libertad por la de Rómulo, el hombre que había sido como un padre y maestro para él.
Con el corazón pesado, Manuel llevó a cabo el trato con el oficial Burdina. Al ver el avión despegar, sintió como si una parte de su alma se estuviera alejando. Pero sabía que era lo que tenía que hacer. Rómulo había sido encarcelado injustamente, y no podía quedarse de brazos cruzados.
Después de completar la transacción, Manuel regresó a casa y compartió su decisión con su madre. La anciana madre de Manuel estaba devastada al saber cuánto había tenido que sacrificar su hijo. Sin embargo, también se sentía orgullosa de su valentía y bondad.
Manuel le reveló a su madre que quería abandonar su carrera como piloto y convertirse en el Marqués de Luján, tomando las riendas de la familia. Sin embargo, también admitió que su futuro dependía de si Jana, la mujer que amaba, podría aceptar la vida de noble.
Jana, al enterarse del sacrificio de Manuel, se sintió profundamente conmovida. Lo amaba profundamente, pero también valoraba su libertad e independencia. No quería estar atada a las estrictas reglas de la nobleza.
La situación se volvió tensa cuando Jana tuvo que tomar una decisión difícil. Por un lado estaba su amor por Manuel, y por el otro, su sueño de vivir una vida libre. Se sentía atrapada entre dos opciones, sin saber qué hacer.