En el ambiente solemne de la antigua mansión, un evento inesperado ha trastocado la vida tranquila de todos. La cruz de plata, un valioso legado de la familia, ha desaparecido misteriosamente. Esta desaparición se convierte rápidamente en el centro de atención de todos.
Don Pellicer, el administrador de la mansión, fue el primero en descubrir el incidente. Con años de experiencia y un carácter meticuloso, sintió que había algo fuera de lugar. Las acciones extrañas del padre Samuel, el sacerdote que vive en la mansión, aumentan aún más sus sospechas. El padre Samuel frecuentemente evade la mirada, y sus respuestas evasivas solo intensifican la duda.
Mientras tanto, María Fernández, una joven sirvienta, descubre un importante indicio. Ve al padre Samuel rebuscando en una habitación cerrada a la que nadie tiene permitido acceder. Sin embargo, por miedo y para no causar problemas, María no se atreve a hablar la verdad.
La noticia de la cruz desaparecida se difunde rápidamente por toda la región. Comienzan a surgir rumores sobre el pasado oscuro del padre Samuel. Se dice que participó en un gran robo y cambió su identidad para evadir la ley. Estos rumores aumentan aún más las sospechas de la gente sobre el sacerdote.
Bajo la presión de la opinión pública, el padre Samuel se ve obligado a hablar. Sin embargo, en lugar de mostrar remordimiento o cooperar con la investigación, él se muestra indiferente y arrogante. Su actitud solo refuerza la creencia de todos de que él es el culpable.