Amalia siempre se preocupaba por la vida de su hija, Vera. Sabía que Vera vivía en La Promesa, un lugar remoto con una vida sencilla, pero no podía sentirse tranquila estando tan lejos de ella. La preocupación de Amalia no solo era cuidar a Vera, sino también temía por el amor que su hija sentía por Lope, un hombre que no pertenecía a la misma clase social que Amalia consideraba adecuada para su hija.
Para acercarse a su hija sin llamar la atención, Amalia decidió inventar una historia: decía que necesitaba recolectar recetas para un libro de cocina. Esta era su oportunidad no solo para estar cerca de Vera, sino también para descubrir más sobre su vida.
Cuando entró en la cocina de La Promesa, Amalia no esperaba descubrir un mundo completamente diferente. El aroma de los platos sencillos pero llenos de amor la cautivó de inmediato. No solo encontró a Vera, sino que también entabló una relación cercana con los demás miembros de la familia, como Candela, Simona y Lope. No eran personas de alta clase, pero la sinceridad y el amor que se tenían unos a otros hicieron que Amalia se sintiera bienvenida.
A lo largo del tiempo que pasó allí, Amalia comenzó a darse cuenta de que el amor de Vera por Lope era genuino, y que su relación no estaba influenciada por las barreras sociales. Aunque Lope no era de una clase alta, el amor que él le ofrecía a Vera era sincero y valioso. Esto hizo que Amalia reconsiderara su visión de su hija y del mundo que la rodeaba.