La amenaza de Cruz de asistir sola a la fiesta de los Condes de Urbizu no es un acto impulsivo, sino una estrategia calculada dentro de la guerra fría que mantiene con los Duques de los Infantes.
La fiesta, que reúne a ambas familias, se presenta como un campo de batalla social, donde la imagen y el prestigio juegan un papel crucial. Alonso, consciente de la tensión latente, decide no asistir, optando por la prudencia y evitando una confrontación directa.
Sin embargo, Cruz, inmune a la diplomacia y ávida por demostrar su poder, utiliza su amenaza como una forma de presionar a Alonso, y posiblemente también a los Duques.
Su decisión de ir sola, además de una provocación, podría interpretarse como un intento de avivar rumores sobre su matrimonio, debilitando la imagen de la familia Luján.