Petra estaba al borde de la desesperación. Habían pasado ya varias horas desde que el crucifijo de los Marqueses desapareció, y a pesar de todos los esfuerzos, aún no aparecía. Su furia se desbordó cuando vio que los criados no habían logrado encontrarlo. La situación se volvía cada vez más tensa, y Petra, preocupada por las consecuencias, descargó su rabia sobre los sirvientes.
El padre Samuel, que había estado en silencio durante todo el proceso de búsqueda, comenzó a levantar sospechas entre los miembros del servicio. Su falta de interés por el asunto no pasó desapercibida, y aunque intentó justificar su actitud, la desconfianza se apoderó de todos. María Fernández, una de las sirvientas más cercanas al padre, se sintió particularmente incómoda. Temía que su silencio la delatara si llegaba a hablar, pero su corazón no podía dejar de cuestionar la actitud del padre.
Mientras tanto, en otro rincón de la casa, los preparativos para la boda de Catalina y Pelayo seguían adelante. Después de muchas discusiones y retrasos, finalmente se había fijado la fecha del enlace: dentro de dos semanas. Alonso estaba lleno de alegría al saber que el gran día se acercaba. La idea de ver a su hija casarse con Pelayo le llenaba de orgullo, pero Cruz, su esposa, no compartía la misma felicidad. Estaba inquieta, temía que algo interrumpiera la ceremonia o que algún problema apareciera a último momento.
Para empeorar las cosas, la Marquesa, siempre tan directa, le comunicó a su hijastra Catalina que no asistiría a la boda. Las palabras de la Marquesa fueron frías y claras, sin espacio para dudas. Su actitud dejó a todos los presentes con una sensación de tensión palpable, especialmente a Catalina, que no entendía el motivo de la negativa de su madrastra.
El ambiente en la casa se volvía cada vez más pesado, con Petra furiosa por la desaparición del crucifijo, el desconcierto sobre el padre Samuel y la creciente presión sobre la boda. En ese escenario cargado de secretos y resentimientos, todos se preguntaban qué nuevos giros tomarían los acontecimientos. ¿Se resolvería el misterio del crucifijo? ¿Y qué consecuencias tendría la ausencia de la Marquesa en la boda de Catalina? Solo el tiempo lo diría.