Jana, aunque se había convertido en una dama de una familia poderosa, siempre mantenía su corazón en los trabajadores de la mansión. Creció junto a ellos, compartiendo alegrías y tristezas, y sentía que pertenecía más a ellos que a la élite a la que pertenecía ahora.
Jana observaba en silencio todo lo que ocurría entre su padre, Samuel, Martina y Curro. Se dio cuenta de que su padre estaba siendo manipulado por Lorenzo y José Juan, y que Curro estaba siendo forzado a un matrimonio impuesto. Cuanto más observaba, más indignada se sentía y más decidida estaba a hacer algo al respecto.
Jana sabía que ya no podía permanecer en silencio. Decidió enfrentarse a Lorenzo y José Juan, no solo para liberar a Curro de su matrimonio forzado, sino también para devolverle la justicia a su padre. Jana había sido testigo de la astucia y ambición de sus dos tíos, y comprendía que si no actuaba, su padre seguiría siendo manipulado.
Con inteligencia y valentía, Jana trazó un plan cuidadosamente. Recopiló pruebas de las malas acciones de Lorenzo y José Juan, y buscó la ayuda de personas en las que confiaba. Jana sabía que enfrentarse a esos dos hombres poderosos sería peligroso, pero estaba dispuesta a afrontar cualquier dificultad.