El Padre Samuel, con su apariencia amable y sus enseñanzas llenas de humanidad, rápidamente conquistó los corazones de todos en el palacio. Sin embargo, bajo esa fachada de moralidad, se ocultaba un secreto oscuro que nadie podría haber imaginado.
Al principio, las acciones extrañas del Padre Samuel eran solo pequeños signos, fácilmente pasados por alto. Se quedaba despierto hasta tarde, se deslizaba sigilosamente hacia la biblioteca, y sus ojos siempre reflejaban una preocupación inexplicable. Pero cuando empezaron a ocurrir sucesos extraños, todos comenzaron a darse cuenta de que algo no estaba bien.
Las valiosas pinturas antiguas fueron destruidas misteriosamente, los libros raros desaparecieron sin dejar rastro, y extraños ruidos resonaban por el palacio en la quietud de la noche. Todas las pistas conducían a la oficina del Padre Samuel.
Un día, mientras limpiaba la oficina del Padre Samuel, una joven sirvienta descubrió por casualidad un viejo diario escondido en un compartimento secreto. Al abrir el diario, la joven quedó paralizada al leer las palabras que detallaban las oscuras conspiraciones del Padre Samuel. Resultó que él no era un sacerdote legítimo, sino un ladrón de tumbas profesional. Había llegado al palacio con el objetivo de buscar un antiguo tesoro enterrado en los pasadizos del palacio.
La verdad salió a la luz, y el Padre Samuel fue arrestado. Frente a pruebas irrefutables, confesó todo. Relató la existencia de un antiguo mapa que indicaba la ubicación del tesoro, un mapa que había estado buscando durante años.