El descubrimiento del cuerpo de Gregorio, asesinado en el bosque, ha sacudido la tranquilidad de La Promesa. La investigación policial ha comenzado, y el foco principal se ha centrado en Rómulo, el mayordomo, quien ha sido interrogado por el sargento Burdina.
Las pruebas y el testimonio de Rómulo son suficientes para que el sargento tenga la convicción de que fue él quien asesinó a Gregorio.
El mayordomo, a pesar de su inocencia, se ve envuelto en un torbellino de sospechas. Su relación con Gregorio, marcada por la rivalidad y la desconfianza, le ha convertido en un blanco fácil para la investigación.
Además, su comportamiento en el pasado, marcado por la arrogancia y la falta de tacto, no ayuda a su causa.
Desde su introducción en la serie, Rómulo se ha caracterizado por su lealtad y dedicación al servicio de la familia Luján. Como mayordomo, su papel no solo implica gestionar el día a día del palacete cordobés, sino también mediar en los conflictos internos de la casa.
Su figura representa una autoridad en el hogar, y sus decisiones, aunque a menudo pasan desapercibidas, son cruciales para el funcionamiento del servicio. Sin embargo, Rómulo también es humano, lo que le lleva a tomar decisiones difíciles que, a veces, tienen consecuencias no deseadas.
La dinámica de poder entre Rómulo y los miembros de la familia marca una clara línea entre el servicio y la aristocracia. A pesar de su posición, a menudo se enfrenta a la desconfianza y el escepticismo, especialmente de aquellos que no comprenden el sacrificio que conlleva su trabajo.
Esta complejidad le da profundidad a su personaje, generando empatía en la audiencia que ve su lucha diaria por mantenerse relevante e importante, a pesar de su estatus nominalmente subordinado.