Martina siempre confió en Catalina, su amiga cercana desde la infancia. Sin embargo, un evento casual hizo tambalear esa confianza. En una noche de lluvia y viento, al escuchar por casualidad una conversación entre Catalina y Pelayo, Martina se dio cuenta de que algo andaba mal. Las palabras con doble sentido, las miradas esquivas y la preocupación evidente en el rostro de Catalina despertaron en Martina una profunda sospecha.
Martina no podía olvidar la mirada enigmática de Pelayo cuando mencionó al bebé que Catalina estaba esperando. Había algo extraño, y Martina decidió descubrir la verdad. Comenzó a investigar, buscando hasta las pistas más pequeñas. Cada día que pasaba, las preguntas le rondaban en la mente: ¿Quién es realmente el padre del bebé? ¿Por qué Catalina lo ocultaba? ¿Y qué sucedería si la verdad salía a la luz?
Martina intentaba constantemente acercarse a Catalina para pedirle explicaciones. Pero Catalina siempre evitaba el tema, tratando de cambiar la conversación. La ambigüedad de su amiga solo aumentaba la ira y la desilusión de Martina, quien se sentía engañada y traicionada.
Durante un paseo juntas, Martina decidió confrontar a Catalina. Le preguntó directamente sobre el bebé y la conversación con Pelayo. Catalina intentó negarlo, pero ante la determinación de Martina, se vio obligada a confesar. Catalina contó sobre un pasado lleno de dolor y decisiones difíciles. Amaba tanto a Pelayo como a otro hombre, y no sabía cómo afrontar esta complicada realidad.
Martina escuchó las confesiones de Catalina con empatía y dolor. Comprendió que Catalina estaba sufriendo mucho y se sentía sola. En lugar de juzgarla, Martina decidió quedarse a su lado para apoyarla en este momento difícil. Las dos amigas tuvieron una conversación sincera, que les ayudó a entenderse mejor y a fortalecer su amistad.