Teresa vivía constantemente aterrada de ser descubierta. La relación entre ella y Marcelo, que ya estaba llena de complicaciones, se volvía aún más enredada cuando el secreto sobre su linaje se veía amenazado. El señor Pellicer, el fiel mayordomo de la familia, era quien guardaba la llave de este misterio. Teresa temía que él no pudiera mantener la verdad oculta por mucho tiempo y que pronto la revelaría a Rómulo.
Y tal como Teresa temía, el señor Pellicer fue a ver a Rómulo y le contó todo. Rómulo se sintió profundamente conmocionado y enfadado al descubrir la verdad. Se sintió traicionado y engañado. Sin embargo, en contra de lo que todos esperaban, Rómulo no tomó ninguna acción vengativa.
El señor Baeza, quien siempre había sido severo y firme, tomó una decisión que sorprendió a todos. En lugar de castigar a Teresa y Marcelo, optó por perdonarlos. Entendía que mantener este secreto les había causado mucho sufrimiento a Teresa y Marcelo, y no quería hacerles más daño.
La decisión del señor Baeza conmovió profundamente a Teresa y Marcelo. Se sintieron agradecidos y arrepentidos por lo que habían hecho. Prometieron vivir de la mejor manera posible para agradecer la bondad del señor Baeza.
Sin embargo, la felicidad de Teresa y Marcelo no duró mucho tiempo. Poco después de perdonarlos, el señor Baeza falleció inesperadamente. Su muerte dejó un vacío enorme en los corazones de todos.
Antes de su muerte, el señor Baeza dejó una carta para Teresa y Marcelo. En ella, les escribió que siempre los había querido como si fueran sus propios hijos y que deseaba que vivieran felices juntos. También reveló que había preparado todo para proteger su secreto, incluso después de su partida.